El MST ante la coyuntura brasileña

Joao Pedro Stedile*

Lula, rodeado por varios mandatarios latinoamericanos en el
palacio presidencial de Brasilia FOTO Reuters

Queridos amigos y amigas del Movimiento de los Trabajadores
Rurales sin Tierra (MST): Creemos importante que ustedes sepan
realmente lo que pensamos. En la reunión de la Coordinación
Nacional del movimiento, con más de 250 compañeros y compañeras
de todos los estados y sectores, analizamos la coyuntura política
y nuestro comportamiento frente a ella. Presentaremos, de forma
sucinta las principales deliberaciones políticas de nuestro
movimiento, las que orientarán nuestras acciones prácticas.

1. Sobre la corrupción

La corrupción es un método endémico al que recurren las clases
privilegiadas para apoderarse de los recursos públicos en un
Estado poco democrático. Observamos que existe una corrupción
totalmente ilegal que, generalmente, beneficia intereses
personales, y otra practicada con métodos legales -pero inmorales
e ilegítimos- que esconden la apropiación de recursos públicos por
un grupo económico, un sector específico de la clase dominante o
por todos los ricos.

Las tasas de interés aplicadas en Brasil y las transferencias de
recursos públicos hacia los bancos, superiores a 100 mil millones
de reales por año, son un ejemplo inequívoco de esto.

Hay otra cuestión importante: de manera general, los medios de
comunicación y las elites protegen a los corruptores y nos
impiden identificar a los verdaderos culpables. ¿Quiénes son los
propietarios de los millones de recursos desviados hacia las
campañas electorales? ¿Qué intereses están detrás de las
inversiones millonarias hechas en las campañas políticas?

Creemos que es imprescindible exigir la penalización de todos los
casos de corrupción, además que, en particular, exigimos cambios
profundos en el sistema de representación política y partidaria;
es la única posibilidad de combatir la corrupción sistémica que
reina en el país.

2. Sobre el gobierno de Lula

El pueblo brasileño eligió al gobierno de Lula para hacer
cambios, al votar por el programa de compromisos de campaña,
distribuido ampliamente en toda la población. El gobierno electo
se comprometió también a promover los cambios, pese a mantener su
entendimiento con los dueños del capital. Las articulaciones
políticas del gobierno frustraron a todos y desfiguraron la
voluntad manifiesta de por lo menos 55 millones de electores.
Hubo una perversa componenda entre fuerzas políticas, incluyendo
a los conservadores de derecha, que asumieron puestos destacados
en el Banco Central y en los ministerios de Hacienda, Agricultura
y Desarrollo, Industria y Comercio.

En julio pasado, en medio de una profunda crisis política, el
gobierno promovió una reforma ministerial que reforzó aún más la
alianza con los sectores conservadores. Por eso decimos que este
gobierno está desfigurado. No contamos de ninguna manera con el
gobierno que elegimos en 2002. No tenemos un gobierno de
izquierda ni de centroizquierda: vivimos bajo un gobierno de
centro, mientras la derecha controla la política económica.
Digamos adiós al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y
a sus compromisos históricos. Sufrimos las consecuencias de un
régimen ambiguo, compuesto por fuerzas políticas de la sociedad
que van desde la derecha hasta la izquierda, y que muy poco
tienen para ofrecer. El gobierno perdió la oportunidad, a lo
largo de su mandato, de consultar al pueblo sobre cuestiones
estratégicas para nuestra sociedad, como deuda externa, tasas de
interés, transgénicos, juegos de azar, autonomía del Banco
Central, recanalización del río San Francisco, la ley Kandir
sobre previsión social, etcétera. Y, seguramente, el pueblo
hubiese optado por los cambios y le daría en ese sentido apoyo al
gobierno, pero éste prefirió oír sólo a los políticos
tradicionales.

3. Ejecutivo y reforma agraria

Creímos que la victoria electoral de Lula representaba una
modificación en la correlación de fuerzas y favorecería la
reforma agraria. Fue elaborado el Plan Nacional de Reforma
Agraria que previó el asentamiento de 400 mil familias en un
periodo de cuatro años, además de los cambios en el Instituto
Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra), la
capacitación de los asentados y la unión de la reforma agraria
con la agroindustria. Pasados dos años y medio, constatamos que
la reforma agraria camina a paso de tortuga. El gobierno fue
incapaz de implementar un plan propio, y le faltó coraje para
enfrentar los estorbos a la reforma agraria que no funciona
porque:

a) se mantiene un estado administrativamente organizado contra
los pobres, para atender sólo a los ricos;

b) el gobierno creyó en la idea falsa de que el agronegocio sería
la solución para la pobreza del campo, pero éste beneficia
únicamente a los exportadores y a las trasnacionales agrícolas;

c) el gobierno no se percató que al mantener una política
neoliberal impide la realización de todo programa de reforma
agraria. La política neoliberal corta recursos de inversión,
concentra renta, prioriza exportaciones y desemplea. La política
que defendemos distribuye renta, genera empleos, desarrolla el
mercado interno y fija al hombre en el medio rural; para ello, la
reforma agraria es apenas un instrumento de esa política.

Descontentos, realizamos la Marcha Nacional. Durante 17 días
reunimos a 12 mil caminantes en torno al mismo objetivo.
Conseguimos que el gobierno renovara con nosotros siete
compromisos con la finalidad de acelerar la reforma agraria. Poco
se cumplió: del compromiso de asentar 115 mil familias este año,
hasta ahora sólo se han concretado unas 20 mil. Otras 120 mil
familias continúan viviendo en campamentos, esperando en
condiciones subhumanas. La prometida normativa que modifica los
índices de productividad para calcular los valores en las
renuncias de apropiación, no fue publicada hasta ahora, aunque se
trata de simples actos administrativo de dos ministros. Estamos
cansados de oír a los gobernantes hablar acerca de la falta de
recursos, mientras los bancos nadan en miles de millones de
reales transferidos por el Estado.

¡El gobierno de Lula tiene un deuda inmensa con los sin tierra y
con la sociedad brasileña en cuestión de reforma agraria!

4. Sobre el PT y las izquierdas

El MST mantendrá su línea política histórica: es autónomo, tanto
en su relación con los partidos políticos como frente al gobierno
y al Estado. Así nos comportaremos también en esta crisis.

Individualmente, como ciudadanos y militantes sociales, los
integrantes del movimiento se suman a la perplejidad de los
brasileños ante la revelación de los métodos que el PT utilizó
para hacer política. Las campañas electorales mercantilizaron el
voto: fueron pagadas a precio de oro y dirigidas por
mercantilistas alquilados, transformándose en un fin en sí
mismas. Actualmente, la corrupción denunciada es sólo el fruto
del método utilizado. Lo que impresiona es cómo sectores de
izquierda utilizaron los mismos métodos de la derecha y se
equipararon con ella. Ese es el acabose de aquello que llamamos
política.

Por eso defendemos los métodos de la izquierda de hacer política,
centrados en el debate en torno a las ideas, en la formación de la
militancia, en el trabajo de base y en la organización consciente
del pueblo como única fuerza capaz de hacer cambios en nuestro
país.

5. Sobre la naturaleza de la crisis

Consideramos que la crisis que estamos viviendo no está
restringida a la denuncia de la corrupción: es mucho mas grave.
Se trata de una crisis de modelo. Los empleos generados, muy por
debajo de las promesas de campaña, son insuficientes para atender
las nuevas demandas de los jóvenes que ingresan al mercado del
trabajo. Enfrentamos una crisis social: los pobres apenas si
pueden luchar por su sobrevivencia y, en varias áreas, son
divisadas señales de barbarie social, como el agravamiento de la
violencia. Estamos viviendo en medio de una crisis política: la
población no se reconoce en este sistema de representación, no
tiene el poder político y no puede ejercitar lo que la
Constitución Federal dice, que todo poder emana del pueblo. Al
pueblo le dan rabia los políticos, y los ve a todos como iguales.
Ese "todos" nos lleva a una crisis ideológica, consecuencia de la
falta de debate en la sociedad sobre un proyecto para el país.
Tememos por la prolongación de esa apatía.

6. Quienes son los enemigos del pueblo

Comprendemos que los verdaderos enemigos son las clases
dominantes, que se enriquecen cada vez más a costa del pueblo.
Son los intereses del capital extranjero ejecutados mediante las
acciones de las transnacionales, de sus bancos, de la deuda
externa, de la transferencia de la riqueza al exterior. Son los
grandes capitalistas brasileños que se subordinaron a aquellos
intereses y le dieron la espalda al pueblo. Es el sistema
financiero nacional, y son los latifundistas que continúan
acumulando tierras y defendiéndolas de cualquier manera. Es la
política de George W. Bush, que quiere consolidar en América
Latina un mercado para las empresas estadunidenses, controlar
nuestra biodiversidad y nuestras semillas.

El gobierno de Lula puede encontrar en el pueblo un aliado para
combatir a los enemigos. Pero precisa enseñar de qué lado está:
si con las clases dominantes o con los pobres. No soluciona nada
con discursos, el camino se hace mediante cambios claros en la
actual política económica y social.

7. Sobre las salidas a la crisis

Comprendemos que la salida de la crisis no depende sólo del
gobierno, del presidente, de los partidos políticos o de las
elecciones en 2006. Dependerá de un amplio aglutinamiento de
todas las fuerzas sociales, organizadas para realizar una
verdadera convocatoria para debatir y construir un nuevo proyecto
para nuestro país.

Un proyecto de desarrollo para nuestro país que coloque en primer
lugar la soberanía popular; que organice una política económica
enfocada en la solución de las principales necesidades de la
población, como trabajo, renta, tierra, vivienda, escuela y
cultura. Un modelo que priorice la vida de las personas, la
construcción de una sociedad con menos desigualdad e injusticias
sociales. Requerimos una reforma constitucional que modifique el
actual régimen político, que incorpore mecanismos de democracia
directa. Necesitamos el derecho a convocar plebiscitos, a
realizar consultas populares. Deseamos ver democratizado el
sistema partidario y de representación política. Todo es un largo
camino que se hace preciso empezar a recorrer inmediatamente. Hay
que estimular el debate en la sociedad, en todos los espacios.
Sólo así el pueblo tendrá en sus manos la convicción de que los
cambios sociales serán consecuencia de su organización y lucha.

Continuaremos con la formación de militantes, de luchadores y del
pueblo, elevando su nivel de conciencia y de cultura. Es necesario
democratizar los medios de comunicación, construir medios
alternativos, mediante radios comunitarias, televisoras
comunitarias y públicas, para que el pueblo tenga acceso a
información correcta.

8. Movilizaciones

Frente a esta evaluación de la crisis y de la coyuntura,
convocamos a toda la militancia del MST, a la base de los
movimientos de Vía Campesina y a los movimientos sociales
urbanos, a que sumen esfuerzos para movilizarse y organizarse. A
lo largo de septiembre y octubre, realizaremos asambleas
estatales populares, para discutir un nuevo modelo económico,
concluyendo con nuestra asamblea nacional popular y la
convocatoria para un nuevo Brasil a realizarse a finales de
octubre en Brasilia.

* Economista y especialista en economía agraria, y miembro de la
dirección nacional del MSTTraducción: Rubén Montedónico


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